sábado, 19 de junio de 2010

Catherine Nettleton, embajadora de Su Majestad

Nuestros políticos tienen muchos defectos y metidas de pata, pero también nos ayudan a avanzar. Basta pensar en cómo creció el Perú, sin acto bélico alguno, gracias a las 200 millas marítimas de José Luis Bustamante y Rivero. O como hemos logrado que el Nuevo Sol valga, contando con sólidos fundamentos macroeconómicos impulsados por nuestros cuatro últimos presidentes, quienes también han estado detrás de la apertura del Perú al Asia y la paz con Ecuador. Claros aportes del liderazgo político al servicio del desarrollo de nuestra sociedad. Avanzar así requiere una visión.

Pero una visión, por más motivadora que sea, o contar con los recursos económicos para echarla a andar, no bastan para crear futuro pues en nuestra democracia, tan pronto cambia un gobierno, corremos el riesgo de deambular. Avanzar supone compartir una visión y, sobretodo, una manera de acercarla a la gente y de vincularse desde el poder. Es la posibilidad de involucrar al otro lo que hace sostenible el avance y, para ello, toca involucrarse uno mismo. Como lo proponen los Objetivos del Milenio, la gobernabilidad mundial depende del compromiso de todos, no buscando controlar, decretar y mandar sino inspirar, aprender, escuchar, colaborar y sumar.

Catherine Nettleton hace gala de ello. Como embajadora de Su Majestad Británica ha consolidado relaciones con múltiples instituciones en nuestro medio sin buscar protagonismos, apostando por nuestro desarrollo sostenible. Para ella, trabajar por su país supone una visión amplia donde contribuir al desarrollo del Perú y nuestra sociedad es también promover los intereses del Reino Unido: tú interés es mi interés.

Desde su rol como funcionaria pública, entre otras cosas, ha tenido la generosidad, visión y coraje de arriesgarse a sumar con la sociedad civil para promover lo bueno en el Perú. Creyó en ello, brindó su apoyo, se involucró y fue más allá: se “compró el pleito” de reconocer buenas prácticas en el Estado peruano.

Personalmente, he aprendido mucho de ella. La solvencia y a la vez sutileza para plantear temas delicados, sus intervenciones siempre agudas en favor de la inclusión social, y su capacidad de creer y confiar dejándonos en absoluta libertad son un ejemplo digno de emular.

Hoy, en la celebración de la Reina Isabel II, se despide del Perú para asumir funciones en Venezuela, pero nos queda su ejemplo y don de gentes que nos compromete a seguir mejorando, aportando y sumando. No me queda más que decir, sinceramente, gracias Catherine.
Beatriz Boza
Abogada - Directora Ejecutiva Ciudadanos al Día